¿Qué buscas?

Cómo hacer para que el voluntariado no se limite a una foto y un hashtag

Cómo hacer para que el voluntariado no se limite a una foto y un hashtag

Volunturismo. Otro término híbrido de nueva gestación, aún no reconocido por la RAE y que suscita debate en el Tercer Sector, sobre todo en lo referente a la cooperación internacional. Evitar que el voluntariado se convierta en un negocio que alivie la necesidad imperante en la sociedad actual por vivir experiencias límite que alimenten los perfiles de las redes sociales y quede reducido a la toma de conciencia por parte de los voluntarios de su fortuna por vivir en una sociedad acomodada es todo un reto.

 

Por eso, proyectos como “HDW: looking for true leadership” en Croacia y “Keep Calm. Volunteering and Environment” en Portugal, financiados por la Unión Europea y en los que ha participado el Colegio Mayor Peñalba (Zaragoza) son importantes. Porque buscan desarrollar competencias para que los jóvenes comprendan su potencial como agentes de cambio, entiendan que ese cambio no se circunscribe a su participación en actividades estivales y desarrollen un carácter emprendedor para solucionar los retos sociales, al mismo tiempo que desarrollan una serie de valores.

 

 

Al servicio de la Universidad y de la sociedad

El Colegio Mayor Peñalba lleva años colaborando con la Fundación Canfranc, una entidad que “ trabaja a favor de la dignidad de la persona y de la formación y promoción social de todos los individuos, en especial de la mujer”. Fruto de esta alianza, ofreció sus instalaciones y medios para la fase previa de los dos programas (training de febrero a junio) y su implementación en el destino (coordinación en las localidades en las que se desarrollaba el voluntariado).

 

Se trata de una práctica frecuente en los colegios mayores universitarios y alineada con su misión como entidades formativas: ponerse al servicio de la Universidad. “La mayor parte de las estudiantes que han participado no eran colegialas, sino alumnas de la Universidad de Zaragoza”, comenta María Germana Aparicio, asesora legal de fundaciones y una de las colaboradoras periódicas de este colegio mayor que ha formado parte de las actividades de voluntariado en Portugal.

 

Estas dos actividades que han realizado durante el verano están alineadas con el proyecto formativo del centro (que recibe el nombre de Apertus), otra de las características fundamentales que diferencian a los colegios mayores universitarios de otros modelos de alojamiento. Ahí están como ejemplos el programa anual #enfocados (encuentros con profesionales de distintas áreas de expertise que contribuyen a que las colegialas comprendan la actualidad al mismo tiempo que tienen sus primeros contactos con el mundo laboral), CoMunicate (orientado a mejorar habilidades relacionadas con la comunicación), la participación en el Global Hack de la mano de UNIV u otros proyectos solidarios como Ciberaula, Despeguen o las acciones con refugiados juntos a SOS Refugiados.

 

Cómo abrir horizontes

Al programa desarrollado en Ubdina (Croacia) asistieron 10 croatas, 10 francesas y 13 españolas, una iniciativa orientada a potenciar la igualdad de género a través de talleres, actividades, training y voluntariado. De ahí el nombre: “HDW: looking for true leadership”. Junto a la Cruz Roja del país por la mañana ayudaban a personas mayores que vivían en una situación de vulnerabilidad y aislamiento, muchas de ellas refugiadas de la guerra bosnia en los 90: desde meter la madera para el invierno a limpiar y acondicionar sus casas. Por la tarde, participaban en las colonias urbanas proponiendo actividades para 40 niñas y niños de la zona.

 

 

“Intentamos que aterricen lo que están aprendiendo y que sean capaces de trasladarlo en el futuro a acciones concretas de su día a día”. Habla Isabel Morer, profesora de Química y Bachillerato, y una de las asesoras del Colegio Mayor Peñalba que viajó con las universitarias a Ubdina. Su papel no se ha limitado al acompañamiento y a la coordinación durante la estancia: el propósito es que las jóvenes integren todos los estímulos que están recibiendo, interioricen las reflexiones que estos les suscitan y cristalice una voluntad de ser parte del cambio una vez regresen a casa.

Intentamos que aterricen lo que están aprendiendo y que sean capaces de trasladarlo en el futuro a acciones concretas de su día a día.

 

Ejemplo de que esos objetivos relacionados con el liderazgo acababan por ser interiorizados es la actitud proactiva que demostraron las universitarias. Un día, durante el transcurso de las labores, las voluntarias españolas de uno de los equipos propusieron a la Cruz Roja bañar a uno de los mayores. La iniciativa tuvo tanto éxito que tanto la ONG como el párroco pidieron a las voluntarias si podrían repetirlo con otros casos. “Queremos que salgan de su zona de confort, abrir horizontes y que no se conformen. Promover un espíritu colegial que logre superar ese individualismo que caracteriza a las últimas generaciones”, argumenta Aparicio.

 

 

Las acciones que han llevado a cabo las 17 universitarias durante la semana que han pasado en Vermelha da Cruz, Portugal, eran parecidas (acondicionamiento de casas de personas en riesgos de exclusión social, campamento urbano de veranos para niños y niñas, etc.), pero los objetivos formativos muy distintos: el empoderamiento de la mujer ligado al Medio Ambiente y a la promoción de valores cívicos. “Durante los meses en los que estuvieron recibiendo la formación tuvieron que enfocar las soluciones a los problemas concretos que se iban a encontrar en el terreno bajo este enfoque”, explica Aparicio.

 

Cuando volvamos a casa…

Las dos formadoras coinciden en que el autonoconomiento es clave para poder desarrollar este tipo de aptitudes. “Esa reflexividad la unimos a la responsabilidad social. Conoce lo que puedes ofrecer, saca tus mejores cualidades, ponlas al servicio de la sociedad y mueve lo que está a tu alrededor”, detalla Aparicio.

 

Un cambio que encaja con las palabras de Candela Gerediaca, estudiante del grado en Farmacia y Bioinformática y una de las voluntarias que ha trabajado en Ubdina. “Impacta ver cómo hay gente que no tiene ni agua ni electricidad, que no dispone de baño, que no se puede mover de la cama y no hay nadie que les ayude. Potenciar más el voluntariado a nivel local, ayudar en nuestra ciudad… cuando volvamos a casa tenemos que promover más acciones de voluntariado”, reflexiona.

Potenciar más el voluntariado a nivel local, ayudar en nuestra ciudad… cuando volvamos a casa tenemos que promover más acciones de voluntariado.

 

Además, pone en valor el hecho de compartir esta experiencia con jóvenes de su edad que provienen de otros países de la Unión Europea: “Hemos aprendido de cada una de nuestras compañeras: Política, Historia, cómo está la situación de la mujer en Francia y en Croacia, determinados valores asociados a cada cultura… y que la sonrisa es una forma más de comunicarse si uno no habla el idioma”, concluye esbozando una propia.

Compartir: