Los colegios mayores y el ‘espíritu maker’: impresoras 3D
Unos días después de que se decretase el estado de alarma, Sergio ya tenía noticias de que en los hospitales faltaba material. Su hermana, enfermera, y su padre, médico, lo sabían de primera mano. No conocía nada de impresoras 3D y, como él, sus compañeros Gonzalo y Mario. Pero sí que su colegio mayor, el Aquinas, disponía de dos terminales 3D: una antigua y otra que había llegado apenas dos semanas antes de que cerrasen las universidades.
La nueva estaba sin montar, con todas las piezas por separado; había que mentalizarse para pasar unas cuantas horas con el mindset de IKEA. “Trabajamos a contrarreloj dos compañeros y yo durante un día entero”, recuerda Sergio. Así, consiguieron hacer hasta 140 pantallas protectoras –aproximadamente una cada 50 minutos– hasta que una de las piezas de la máquina se estropeó, quizá a modo de queja al sobre exponerla. Pero la situación lo requería, eso sin duda.
Aquí, Gonzalo y Sergio nos explican cómo fue el proceso en este video (Mario, cámara en mano):
Muchos colegios disponen de máquinas 3D para sus colegiales. Al contrario de lo que pudiera parecer, no son caras y su versatilidad y facilidad de uso hacen de ellas una buena inversión. Sergio estudia ADE y Gonzalo y Mario, Informática e Ingeniería Aeroespacial respectivamente, pero ninguno de ellos había utilizado nunca este artilugio y lograron montarla e imprimir esas 140 viseras solos, trabajando en equipo. “Por 200 euros puedes tener una decente”, nos explica Pedro Palacios, estudiante de Matemáticas e Informática, y encargado del club de electrónica del Colegio Mayor Alcalá.
Desde un regalo para la novia a una maqueta para el TFG
Este año en este club de electrónica tenían pensado desarrollar un proyecto muy pro de laser tag (también conocido como laser game o laser combat) para poner en práctica toda la teoría aprendida en los talleres. Si habéis jugado alguna vez al paintball el formato os resultará familiar: en vez de utilizar bolas de pintura para eliminar al equipo contrario en una simulación de combate, en el caso del laser tag los participantes consiguen puntos alcanzando con sus disparadores de infrarrojos los dispositivos receptores situados en los chalecos de sus rivales. Y todo esto lo estaban diseñando los colegiales. Guau, ¿no?
El programa de electrónica del Alcalá se divide en dos talleres: por un lado, un curso de dos días en el que se enseñan a los colegiales las bases para poder utilizar la impresora; por otro, una versión avanzada de éste, de carácter anual, y en el que se profundiza no sólo en su uso, sino en otras áreas relacionadas con la tecnología.
Viviendo el ‘espíritu maker’
Gracias a ello, estudiantes cuyas carreras no tienen un perfil técnico, como ADE o Derecho, pueden hacer uso de la impresora y conocer de primera mano el “espíritu maker”, como nos señala Palacios. “La gente se piensa que es algo muy lejano, pero puedes utilizar la impresora aunque no tengas mucha idea. Hay compañeros que han hecho regalos a sus parejas u otros que lo han utilizado para sus Trabajos de Fin de Grado. Animas a otras personas y al final descubres lo gratificante que es que lo que has diseñado se convierta en realidad”, concluye.
Esta es una de las consecuencias de vivir en un colegio mayor en el que coinciden personas con distintos bagajes e intereses. Se acaban creando sinergias entre varias disciplinas y aprendiendo los unos de los otros en todos los sentidos. Nos encanta. Sencillamente #YoSoy Colegial.