Capítulo 3: #YoMeQuedoEnCasa, un reto que afrontar en comunidad
Por Omar A., colegial del Colegio Mayor La Estila, en Santiago de Compostela
Capítulo 3 de la serie de testimonios que hemos preparado sobre cómo se está viviendo el confinamiento en los colegios mayores desde distintos puntos de vista (colegiales, mantenimiento, dirección, coordinadores de estudio…). Hacemos, cada día, colegio mayor.
Llevamos ya varias semanas de confinamiento y parece que se avecina alguna más. Como si alguien hubiese apretado el botón de pausa en nuestras vidas, cambiando nuestros ajetreados días por momentos en los no sabemos qué hacer. Una vez vistas todas las películas y series posibles, incluso hemos empezado a leer algún libro. Hemos hecho todo lo que se nos ha ocurrido. ¿Y ahora qué?
Julio Verne en su obra La vuelta al mundo en 80 días decía que “La miseria entre dos es soportable”. Es muy posible que nosotros no estemos en la miseria ni que estemos dando la vuelta al mundo, pero me parece que la frase refleja bien lo que está suponiendo vivir la cuarentena en un colegio mayor. Una vez suspendidas las clases, el colegio mayor dio facilidades para que nos quedásemos los que quisiéramos. Iba a ser un reto y lo está siendo.
Es más que probable que estos días en tu colegio mayor seáis menos, puede que marchara ese compañero de habitación, o que esa persona con la que compartes pasillo se haya ido a su casa. Pero el alma de un colegio mayor siempre quedará viva mientras queden residentes.
En mi colegio mayor nos hemos quedado quince de cincuenta. Dentro de lo que supone este forzoso parón que no hemos elegido y que nos ha tocado vivir, soy consciente de que somos muy afortunados. Por el tamaño y las instalaciones del colegio mayor y, sobre todo, por las personas. Eso de que un colegio mayor es una familia, lo estamos demostrando.
Al igual que hasta hace dos semanas, en la convivencia estrecha siempre hay momentos buenos y menos buenos. Todos en el colegio mayor (decanato, dirección, residentes, etc.) procuramos tener una actitud positiva, aunque en ocasiones cueste. Para bien o para mal, tenemos mucho tiempo a nuestra disposición. Y queremos aprovecharlo al máximo.
Estamos más pendientes los unos de los otros
Para ello hemos diseñamos un plan semanal en el que hay tiempo para todo: ejercicio físico, juegos de mesa, momentos para crear, practicar aficiones, etc. Algunas noches vemos una película o documental; o si es el cumpleaños de alguno de los que nos hemos quedado, por supuesto se siguen celebrando. Están programados ratos de trabajo para seguir las clases online, ir avanzando en las distintas asignaturas o estudiar.
Para mantener el contacto con los residentes que están fuera estamos aprovechando todas las oportunidades que nos da la tecnología. Meet Google, Zoom o Houseparty son aplicaciones que han pasado a ser de uso diario. Por ejemplo, las “rotativas” de nuestra revista colegial, escrita por y para residentes, no se han parado, y ahora llega a través de WhatsApp.
Como en muchos lugares, la cuarentena ha interrumpido el desarrollo normal de las actividades. En nuestro caso, hemos tenido que cancelar la Semana Grande, que con tanto empeño y dedicación habíamos preparado. Sin embargo, al mal tiempo buena cara: el 18 de marzo, víspera de S. José, patrón del colegio mayor, decidimos amenizar el aplauso sanitario dándole un toque personal. Colocamos unos altavoces en el balcón del colegio y pusimos música; mientras, nosotros animábamos a los vecinos a aplaudir y a bailar al ritmo de los temazos que íbamos poniendo. Hasta que vino la policía y tuvimos que cortar. ¿¡Qué se le va a hacer!? Historias de colegio mayor.
Creo que, a pesar de las incomodidades que conlleva esta situación, ahora valoramos las cosas de manera distinta y estamos más pendientes unos de otros. Ocurre en las calles, entre vecinos, en cada casa, y también ocurre, como no podía ser de otra manera, en los colegios mayores.