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El sistema universitario necesita un enfoque interdisciplinar

El sistema universitario necesita un enfoque interdisciplinar

¿Qué está ocurriendo con los títulos universitarios y los procesos de contratación? Los efectos ocasionados por la pandemia – la recesión global, las tasas de inflación en aumento, el desgaste de las empresas y la aceleración de los procesos de digitalización- han llevado a los empleadores a repensar la forma en que hasta ahora se ha gestionado el capital humano y el talento. Grandes empresas como Boeing, Walmart o IBM son un claro ejemplo de organizaciones que están apostando por las habilidades y competencias de un candidato en detrimento de los títulos universitarios en sus procesos de contratación. 

En este marco, desde la Fundación Bill y Melinda Gates explican que aquellas empresas que no pongan el foco en las competencias y habilidades de un candidato están perdiendo activos pues “muchos de los licenciados no cuentan con las habilidades necesarias para desempeñar un trabajo” mientras existen “profesionales altamente cualificados que se quedan al margen de los procesos de selección por no tener un título oficial que avale sus conocimientos”. Pero esta tendencia no se limita exclusivamente al sector privado. “En mayo de 2022, el estado de Maryland anunció que ya no solicitaría títulos universitarios para casi el 50% de sus vacantes”, según detalla el informe ‘Taking a skills-based approach to building the future workforce’ de Mckinsey. 

El cambio de tendencia es evidente. Tanto el ámbito público como el privado están viendo que las prácticas basadas en habilidades son la solución más poderosa, pero también más viable, para hacer frente a unos desafíos tecnológicos que se han visto intensificados desde la pandemia. En consecuencia, y con el objetivo de garantizar el acceso al mercado laboral de las generaciones presentes y futuras, la Universidad deberá apostar por metodologías activas basadas en la resolución de problemas y en la interdisciplinariedad.

El aprendizaje interdisciplinario, ¿por qué es una necesidad?

“El mundo necesita estudiantes con una educación interdisciplinaria”, afirman Ashley Bear, directora del Comité de Mujeres en la Ciencia, la Ingeniería y la Medicina de la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos, y David Skorton, presidente y CEO de la Asociación de Colegios Médicos Americanos y secretario de Smithsonian Institution, en el informe The Integration of the Humanities and Arts with Sciences, Engineering, and Medicine in Higher Education: Branches from the Same Tree

Actualmente, el enfoque de la educación universitaria obvia la enseñanza de las conexiones entre los conocimientos adquiridos durante distintos procesos de aprendizaje. En un mundo cada vez más complejo y cuando la realidad impulsada por los empleadores va en la dirección de las habilidades, es necesario desechar estos hábitos y evitar planes de estudios segregados en silos; orientados, exclusivamente, a la enseñanza de conceptos.

Estudiantes de la Universidad de Syracusa están desarrollando una comprensión más profunda de la neurobiología a través del proceso de escritura del haiku. En la Escuela de Medicina de Harvard mejoran competencias como la comunicación, la alfabetización visual, el pensamiento crítico y la empatía mediante la observación de obras de arte. Mientras que los alumnos de LaGuardia Community College abordan el universo matemático a través de la redacción de ensayos relacionados con el origen del pensamiento occidental.

Tres casos nos sirven para ejemplificar los intentos de incluir la educación interdisciplinaria o STEAM (Science, Technology, Engineering, Arts and Mathematics) en el sistema educativo. Pero basándome en mi propia experiencia como docente en la Universidad de Oxford, puedo argumentar que es necesario ejecutar un replanteamiento más profundo de este método; tanto en términos pedagógicos como de funcionalidad. A medida que iniciativas en políticas educativas como la de la India o Estados Unidos, basadas en habilidades, se generalicen, los profesionales de la educación deberán repensar el cómo aprendemos, es decir, la pedagogía, para encontrar el equilibrio entre habilidades y conceptos. 

Revisando el aprendizaje interdisciplinario: hacia una nueva pedagogía 

Año 1956. Un grupo de educadores liderado por Benjamin Bloom, Doctor en Educación de la Universidad de Chicago, conciben la venerada Taxonomía de Bloom. Esta clasificación de los objetivos de aprendizaje jerarquiza los procesos cognitivos en distintos niveles y está pensada para facilitar las labores de evaluación. De esta forma, la estructura piramidal abarca desde los pensamientos de orden inferior más simples hasta los más complejos, ascendiendo hasta los pensamientos de orden superior. 

“La taxonomía de Bloom pone énfasis en la capacidad de recordar hechos concretos y universales, métodos y procesos, esquemas y marcos de referencia sin ningún tipo de elaboración, pues cualquier cambio implica un conocimiento superior”.

Tanto en su versión original como en la revisada, esta controvertida taxonomía propone una pirámide de conocimientos cuya idea central gira en torno a que un alumno no puede comenzar a abordar de manera efectiva los niveles superiores de pensamiento hasta que no se hayan dominado los niveles inferiores recogidos en la taxonomía. A lo largo de las últimas décadas, la mayoría de los docentes han utilizado esta clasificación para establecer sus objetivos de aprendizaje y evaluar. Aun así, hablamos de una estructura simplista, que obliga al alumnado a seguir una secuencia lenta y laboriosa. ¿El resultado?  Pruebas estandarizadas, currículos cuanto menos aburridos y estudiantes que pierden interés. 

Este enfoque funcionó en la era de la posguerra, una etapa en la que había una necesidad de simplicidad y uniformidad. La taxonomía de Bloom se presentaba como una representación visual fácil de entender. Sin embargo, los tiempos han cambiado. Los jóvenes de hoy tienen acceso a múltiples fuentes de información, son impactados diariamente a través de nuevos canales y se enfrentan al reto de un mundo cambiante e incierto. Por lo tanto, se evidencia la necesidad de crear pedagogías innovadoras. Solo así, conseguiremos que los alumnos mantengan su disposición de aprender no solo en la etapa universitaria, sino también a lo largo de la vida. 

Para ello, desde la Universidad de Oxford proponemos una taxonomía de Bloom invertida que combine el desarrollo de habilidades con la adquisición de conceptos. Si trasladamos el énfasis que hasta ahora se ha puesto en el conocimiento fáctico a la creatividad, el análisis y el pensamiento crítico e implementamos evaluaciones con distintos viajes de aprendizaje, construiremos profesionales altamente cualificados para hacer frente a los retos del futuro. Por lo tanto, la idea de la taxonomía inversa como una pedagogía alternativa es interesante porque no trata la creatividad como un recurso escaso. Más bien, permite poner la creatividad en el centro del aprendizaje.

Implementar el aprendizaje interdisciplinario: ¿cómo es el mecanismo?

Si anteriormente nos aproximábamos a una nueva pedagogía para el aprendizaje interdisciplinario, también deberemos considerar un posible mecanismo para implementarlo en el aula de forma eficaz. 

Por lo general, en un plan de estudios aislado, es el profesor o tutor quien tiene que hacer la conexión entre las distintas disciplinas que estudia el alumnado. Basándonos en las ideas de la taxonomía de Bloom invertida, podríamos recurrir a uno de los entornos más aclamados durante estos dos últimos años como mecanismo de implementación: el metaverso. 

Un posible enfoque podría ser: 

  1. A partir de una premisa o un problema concreto, los estudiantes de distintas disciplinas proponen una solución en el entorno del metaverso. 
  2. A continuación, comparan su trabajo con el de expertos en dicho campo, e identifican puntos de mejora a través de ejemplos profesionales. 
  3. Posteriormente, los alumnos extraen sus conclusiones y diseñan sus propios criterios de evaluación para compararlos con los del docente. 
  4. Finalmente, este proceso podría iterar y, al hacerlo,  generaría un mecanismo de evaluación mejorado.

De este modo, los estudiantes de distintas disciplinas, liderados por un profesor y experto en la materia, podrían colaborar para crear un artefacto en el metaverso. Esto les permitirá realizar conexiones interdisciplinarias, desarrollar habilidades y aprender a través de la resolución de problemas; desarrollando así las cualidades demandadas por el mercado laboral.

 

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