Debate universitario: un arma eficaz para el futuro de los jóvenes
Texto original: Ana Gil, diario Expansión.
La mayoría de las universidades cuenta con su propio club de debate. Los jóvenes que han vivido esta experiencia confiesan que no tardan en encontrar trabajo una vez finalizados sus estudios.
De una forma más o menos académica, a los jóvenes universitarios de nuestro país les gusta debatir, argumentar, defender sus tesis y opiniones sobre temas de actualidad tan dispares como la repercusión social que está teniendo la figura de Pablo Iglesias, la corrupción en la política española, la crisis deportiva que está sufriendo el Real Madrid, la nueva imagen de la monarquía con Don Felipe y Doña Letizia al frente, la legalización de la marihuana, etc.
La mayoría de las universidades españolas también les facilitan subirse sobre una tarima, con traje de chaqueta, y defender estos y otros temas frente a jóvenes de otros centros de educación superior.
A lo largo y ancho de la geografía universitaria de nuestro país se organizan cientos de torneos de debate para premiar a los mejores oradores. Los jóvenes participantes cuentan con formación personalizada durante el curso y una mayor facilidad para acceder al mercado laboral.
Una experiencia única.
Cristina Guerrero es formadora de la sociedad de debates Francisco de Vitoria. Su sociedad, junto a la de la Universidad Complutense de Madrid, es la más antigua de España con cerca de 20 años de existencia. «Cada vez es mayor el número de universidades públicas y privadas que se suman a estas actividades y las apoyan», reconoce. A la expansión de estos certámenes en el campus se une también el crecimiento de torneos dirigidos a estudiantes de Secundaria y Bachillerato, organizados por universidades como por ejemplo la propia UFV, la Universidad Pública de Navarra y la red de universidades catalanas Xarxas Vives.
Pero, ¿por qué tanto interés en los torneos de debate? «Es sin duda mi mejor experiencia universitaria», confiesa José Luis Estellés, actual formador del Equipo de Debate de la Universidad Politécnica de Valencia, que fue el promotor de implantar esta sociedad en su centro cuando apenas era un estudiante de los primeros cursos de Ingeniería de Caminos, en noviembre de 2011.
Tanto Estellés como otros estudiantes y organizadores destapan un sin fin de habilidades y enseñanzas que aporta participar en una actividad de este estilo.
«Las habilidades adquiridas son fundamentales para el acceso al mundo laboral. Comunicación, trabajo en equipo, pensamiento crítico, planificación y organización. Además, el aprendizaje es enorme, no sólo en la preparación con el formador, sino en el propio torneo con el feedback de los jueces. Aprendes a conocerte mucho mejor a ti mismo. Y todo esto en un marco de competición y diversión que consigue la máxima motivación posible de todos los participantes y que disfrutes cada momento que has vivido», explica Estellés.
Con tan solo 20 años, el estudiante de derecho y políticas en la Carlos III de Madrid, Rodrigo Barreiro, es el presidente de la sociedad de debate del Colegio Mayor Isabel de España, único centro de este tipo que ha competido en torneos de ámbito nacional y que desde hace dos años organiza una liga a la que acuden universidades y colegios mayores de toda España.
Como Estellés, Barreiro es un convencido de los debates. «No tenía opción, es una obligación tener que saber hablar en público y aprender a convencer a las personas. Además, es una disciplina que te sirve para todos los ámbitos de tu vida no sólo el profesional. Constantemente, desde que nos levantamos por la mañana hasta que nos acostamos, estamos comunicándonos con otras personas».
Ángel Orgaz, estudiante de Derecho de 21 años, es el vicepresidente de la sociedad de debate de la Universidad de Salamanca. Este año por primera vez, la USAL, además de celebrar el VII Trofeo Rector de Debate destinados a los propios estudiantes del centro salmantino, ha creado un torneo nacional de debate universitario que se celebró el pasado mes de noviembre.
Orgaz defiende que esta actividad «es sin duda una experiencia muy gratificante. Ganas mucha experiencia, mucha formación y por supuesto también muy buenas vivencias formando grandes amistades y fomentando el trabajo en equipo, por lo que es algo realmente positivo, y cuanto antes se empiece a perder ese miedo que muchas veces se tiene a hablar en público, mejor».
Entre las habilidades que aporta el debate, el joven destaca «aprender a hablar en público, manejar el dominio del espacio, el tono de voz, saber controlar los nervios y también ganar seguridad en uno mismo». Formación y entrenamiento En los debates no sirve la espontaneidad ni en las formas ni en los argumentos. Por eso los alumnos que participan en los torneos necesitan prepararse previamente.
«Los centros universitarios imparten formación a los estudiantes a lo largo del año en materias como la oratoria, retórica y la dialéctica. Las sesiones son completamente gratuitas para los jóvenes y forman parte de su currículo académico como parte transversal de las habilidades que ha de tener todo universitario y futuro profesional», puntualiza Guerrero.
En el caso de la UFV, los miembros de la Sociedad de Debates reciben formaciones semanales de 3 horas, además del tiempo que invierten en la preparación de los torneos, siempre acompañados y formados por profesionales en el mundo de la comunicación y el debate.
«Nuestra universidad ofrece cursos de oratoria generales, y cursos específicos destinados a aprender la dinámica de los debates. Normalmente acuden a ellos los estudiantes interesados en este tipo de actividades. Respecto al entrenamiento, al margen de los cursos anteriores, cada equipo de debate entrena normalmente por su cuenta», añade Iñigo Virto, responsable académico de actividades de debate de la Universidad Pública de Navarra.
Por otra parte, en la Universidad de Salamanca «no sólo se imparten cursos de oratoria en la Facultad de Derecho de manera habitual, sino que además, antes de la celebración de nuestro torneo de debate, se realizan unas jornadas de introducción al debate impartidas por profesores expertos en debate y oratoria para preparar a los participantes», explica el joven Ángel Orgaz.
Pasaporte laboral.
Participar durante los años de estudiante en un club de debate es una herramienta muy útil para prepararse para el futuro profesional junto al expediente académico y las prácticas profesionales.
Aunque no existe ningún reconocimiento oficial, la mayoría de las asociaciones expiden certificados de participación, diplomas de los premios conseguidos y reconocimiento con créditos de libre elección o ECTS.
«Está muy bien valorado por las empresas. En nuestro caso, todos los miembros del Equipo de Debate que han terminado sus estudios están trabajando en buenos puestos en los que tras pasar su proceso de selección les han reconocido que ha sido un factor clave para contratarles», explica José Luis Estellés, formador de la UPV.
«Muchas personas que en estos momentos comienzan a entrar en el mundo laboral por la rama del derecho sí me cuentan que valoran este tipo de actividades en los procesos de selección», asegura Rodrigo Barreiro.
«Podemos acreditar que varios de nuestros alumnos han sido seleccionados entre otros motivos por su elocuencia y gran capacidad de comunicación en empresas e instituciones tales como PricewaterhouseCooper, Telefónica o instituciones tan relevantes como la Universidad de Yale, el hospital Mont-Sinaí o Harvard entre otros», afirman Cristina Guerrero y Jorge White, ambos formadores de la Sociedad de Debates de la Universidad Francisco de Vitoria.
El perfil de los estudiantes que se interesan por el debate es muy amplio. «Es cierto que a veces se tiende a pensar que son más interesados los estudiantes que estudian grados como Derecho, Economía, Ciencias Políticas si bien la experiencia nos dice que esto no es necesariamente así, y participan de ramas más científicas como física, química o ingenierías», explica Orgaz.
En cuanto a la financiación de esta actividad, cada centro funciona de una manera distinta. Existen universidades que sufragan todos los gastos de su sociedad de debate (desde la formación a los viajes), mientras otros centros tienen que sobrevivir y exigir un estipendio a cada alumno para afrontar los gastos. «En nuestro caso solicitamos ayudas para la inscripción, transporte y alojamiento», concluye Estellés.