Desde ese curso universitario hasta hoy ya se pueden contar algunos años y muchísimos conciertos. Hoy son 67 las risas risueñas que acompañan en los ensayos al variado repertorio, cada una con su instrumento. Porque la alegría de tocar y compartir no está reñida con el compromiso y la calidad.
De eso se encarga la directora, Celia Llácer Carbonell, que con la batuta conduce a sus músicos magistralmente, haciendo un alto en la delicadeza del Cascanueces de Tchaicovsky o en la pasión de un tango argentino.
Ellos nos invitan a sacar los móviles, a disfrutar de todo lo que ofrecen las nuevas tecnologías, a veces integradas en sus representaciones a través de proyecciones visuales o de instrumentos electrónicos. Como bien señalan «se podrá aplaudir cuando uno quiera». «Con Mozart pasaba«, sentencian.
Así que, si eres de los que se pone nervioso cuando alguien del público desenvuelve el papel de un caramelo en el Auditorio Nacional ten paciencia, porque estos músicos tienen mucho que ofrecer. Siéntate y disfruta, porque sabemos que habrá bis. Y esperamos que nos lo cuentes en las redes 😉